
Uno. Dos. Tres.
Vas a decirme que no.
Cuatro. Cinco. Seis.
Que no repites tus pasos.
Siete. Ocho. Nueve.
Que caminas hacia donde quieres.
Diez. Once. Doce.
Sin mirar por donde pisas.
Vas a decirme que no, que puedes, que confias en ti.
Vas a decirme que no repites tus pasos, que empiezas un nuevo camino a cada pisada que das.
Vas a decirme que caminas hacia donde quieres, pero, no hacia donde debes.
Vas a decirme que vas sin mirar por donde pisas, pero no por donde andas.
Vas a decirme millones de cosas, cosas que en el fondo, sabes que sólo te sirven para engañarte a ti mismo.
Vas a decirme que nunca te has sentido mal, que nunca te han dañado, que siempre has sido así, vas a decirme eso y más, cielo, eso y más.
Y me dirás que te sirve para mucho, que te sirve para demostrar que realmente puedes avanzar, y te preguntaré, ¿sólo para eso?
Entonces me darás la razón, decimos que las cosas sirven para muchas razones, pero cuando debemos darlas no... No podemos darlas, ¿verdad?
Entonces, ¿Por qué jugamos a engañarnos? Venga, dime.
¿Por qué jugamos a ser niños que no vamos a crecer?
Ah... Es verdad, porque sabemos por donde vamos, ¿no? Sí, ya...
Si eso es simple, saber por donde vas, saber donde debes pisar, pero luego, la única verdad que existe, es que no sabemos absolutamente nada de la vida, que quedan días, semanas, meses, años para que sepamos todo, e incluso, cuando fallezcamos, no lo sabremos todo de la vida.
Pero, ¿qué más da? ¿No se supone que vivimos por vivir?
Qué más da, si no sabemos hacia donde ir... Qué más da...
Pertenecemos a sitios que ni imaginamos, pensamos cosas que no son reales.
Soñamos, lloramos, reímos. ¿Verdad?
Y todo eso... ¿para qué?
Cada sueño, es una ilusión destinada a romperse.
Cada lágrima, es una importancia que no merece.
Cada risa, es una alegría que acaba en tristeza.
¿Sabes? Si encerrasemos cada sueño, cada lágrima, cada risa en una caja diferente, tendríamos en nuestras manos millones de ilusiones, millones de tristezas, millones de alegría, que se transformarían... Es como un círculo, reímos por una ilusión, que se rompe y pasa a ser una lágrima, y esa lágrima podrá ser de alegría, quizá... Algún día.
Abrí los ojos para ver,
si aun estabas.
Pero ya era tarde,
sólo queda una pared
y algunos siglos para despertarme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario