domingo, 27 de diciembre de 2009

A cuatro pasos.


¿Sabes cuando te dicen que debes aprender por tu propio bien? ¿Por qué creen que aprendemos, si no?
Solemos decir que el tiempo está ahí, a la vuelta de la esquina, y que va a seguir ahí cuando a nosotros nos de la real gana de empezar a trabajar.
Verás, es igual que un juego, ¿ves? Ahora me entiendes, amor, miedo, trabajo, amistad... Todo es parte de un simple juego, un juego que dirige e inventó nuestro querido amigo el destino.
No sabemos las reglas, no jugamos con ventaja, nos dan una baraja a cada uno, cuarenta cartas, y un millón de posibles jugadas. ¿Cómo lo hacemos?
Al azar, cómo hacemos todo, al azar.
Tira, venga, no esperes, tira, si sale mal, bueno, mala suerte, tú no sabías como debías hacerlo, ¿verdad? Claro, que muchas veces, nos plantamos en mitad de la jugada y dejamos que otros tomen nuestras cartas y nos guíen como si fuesemos marionetas. ¿Verdad, titiriteros?
Que no todo está perdido, que vale, que todo es una partida de cartas, pero... ¿Acaso no sabes sumar, acaso no sabes lo que es mejor para ti? Entonces, todavía podemos ganar, ganar algo que nos ayude...
Este año se acaba, quizá hasta nos renueven las barajas, ¿Por qué no empezar jugando fuerte? Quizá al final todo sea mucho más fácil.

Dirán, diré, dirás que no
y suerte...

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