
Si todo fuese igual de fácil, no habría pasado nada. Permanecía tumbada en la cama, con la fotografía de él. Suspiraba y miraba la pluma que él le había regalado. Quitó el tapón del artefacto y se quedó mirando su punta. Lo acercó instantaneamente a su dedo índice, y la afilada punta impactó en su cuerpo. No le dolió y apenas lo notó. Se dió cuenta cuando observó la punta de la pluma llena de sangre, llevó su dedo a sus labios y lamió la herida con parsimonia. Ahora más que nunca, el dolor físico no podía compararse con el dolor psicológico que le producía la pérdida de su prometido. Él...
-Vuelve-susurró abrazando sus rodillas y volviendo a llorar con fuerza, con mucha fuerza.
La puerta de su cuarto se abrió, y ella le vio, allí, parado delante de ella, con una sonrisa y el pelo revuelto. Su corazón palpitó fuertemente, pero ella apenas lo notó, se asustó muchísimo cuando le vio allí, parado, sonriéndole y con los brazos abiertos para ella. Se levantó rápido y se lanzó a por su prometido, pero cuando lo alcanzó, sus manos atravesaron el cuerpo de él.
-No puedo llevarte conmigo-susurró mirándola.
La mano de aquel fantasma que a ella le devolvió la ilusión se posó en su mejilla.
-¿Qué? ¿Por... por qué?-tartamudeó nerviosa.
-Eres humana, estás viva-susurró él, de nuevo.
-Me quitaré la vida, quiero estar contigo, ¿no lo entiendes?-dijo frustrada.
-Te entiendo, quiero quedarme contigo... pero no es posible-suspiró mirándola.
-No te vayas-le pidió ella, dándo media vuelta y buscando la pluma.
-¿Qué piensas hacer?-inquirió el espectro mirándola asustado.
-Ir contigo, hasta el fin del mundo-le explicó ella.
Hundió con fuerza la pluma en sus muñecas, cortando las venas de ambas manos. La sangre empezó a fluir a traves de su piel, goteando en el suelo. La puerta de la casa de sus padres fue golpeada, pero ella ya no estaba allí.
La mujer, agarró la mano de su amado, ahora si podía tocarlo, le sonrió y le beso como si fuese por primera vez.
-Estaremos juntos-sonrieron y se desvanecieron.
-Señora, hemos encontrado el cuerpo del desaparecido-dijo un agente quitándose la gorra.-Lo lamentamos.
La mujer, ya mayor, de unos cincuenta años lloró con fuerza, y miró a su marido, que permanecía quieto al lado de la puerta. De pronto, oyeron el ruido sordo de un cuerpo al caer al suelo, y corrieron todos, policías incluidos hacia el dormitorio de la chica. Al abrir la puerta el paisaje era desolador. Sobre la pared, una cara sonriente, y un te quiero escrito con ¿sangre?
En el suelo, el cuerpo sin vida de la joven que aun tenía la sonrisa ilusionada.
Next to you, and you next to me.
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