
No, ya no tenía tiempo para correr. Sabía que sería demasiado tarde, las milésimas de segundo parecian horas, eternas horas en las que ella permanecía paralizada, escondida en algún rincón intentando componer. Pero le era imposible. Simplemente porque ella consideraba eso un estúpido sueño. Era eso, tan sólo eso.
No comía, no cenaba, no bebía ni tan si quiera un vaso de agua, se pasaba el día sentada delante de una fotografía suspirando y derramando lágrimas que se perdían en ese pijama que llevaba desde aquella estúpida noticia.
Él le dijo que estaría bien, que el puente no se derrumbaría por el desbordamiento del río. Y le mintió, y ella le odió por eso, y le echó de menos, y le insultó en su mente, mientras en su corazón lloraba por la asuencia, pero ella quería estar con él, siempre, siempre, siempre.
No habían encontrado su cuerpo, tan sólo la chaqueta negra que solía llevar siempre, y la moto tirada en la orilla, pero de él ni rastro. Y a ella no le decían nada, oía a sus padres hablar sobre la información.
A sus veinticinco años y con el miedo atenazando su corazón, no podría con ello y lo sabía. Abrió el cajón de su mesilla y rebuscó, rebuscó hasta encontrar la pluma plateada que él le habia entregado.
"Quédate aquí, volveré pronto, no me eches de menos, estaré bien, recuerda que te amo más que a mi propia vida y nunca te dejaré sola"
Y esas palabras taladraban su mente con una facilidad asombrosa. Quería estar con él, permanecer con él, se maldecía a sí misma por no haberle retenido a su lado. Quería haber ido a todos lados con él, pero se lo prohibió. Y ella le había replicado tantas veces... ¿Dónde estaba?
Where you are is where I wanna be.
No hay comentarios:
Publicar un comentario