domingo, 17 de noviembre de 2013

« —Porque influir en una persona es darle la propia alma. Ya no piensa sus propios pensamientos ni arde con sus propias pasiones. Sus virtudes ya no son reales para él. Sus pecados, si es que existen cosas como los pecados, son prestados. Se convierte en el eco de una música de otro, en el actor de un papel que no se ha escrito para él. La finalidad de la vida es el propio desarollo. Realizar la naturaleza de la forma más perfecta posible… ésa es la razón de ser de cada uno en este mundo [...] » — Lord Henry Wotton.

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