
Cuando a veces pretendes hacer todo bien. Sí, ya sabes.
Crees poder hacerlo, crees poder demostrarle al mundo lo que vales, demostrar que realmente puedes hacerlo todo bien, sin equivocarte.
¿Cómo explicar una mentira?
Bien, eso lo define todo, porque pensar que todo puede salir bien, que podemos... Que podemos hacerlo todo bien, sin un mínimo fallo, que podríamos ser los mejores en todo y en cada trabajo que nos proponemos, es una mentira.
Porque nunca, por más que quieras, por más que necesites demostrarlo, nunca saldrá perfecto, porque ser perfecto es algo impensable. Dime, ¿qué ganarías siendo perfecto?
Date cuenta, el amor significa destrucción, ser amado, es ser destruido. Muchas veces buscamos excusas pobres, pero excusas que nos ayuden a librarnos de todo lo que nos asusta, de todo lo que, realmente, nos da miedo. De todo a lo que no somos capaces de enfrentarnos, y todas aquellas cosas que nos hacen sentir insignificantes.
Los sueños, son una debilidad que el ser humano tiene la desgracia de poseer, porque, ¿qué ganas soñando? Miedos, inseguridades, ilusiones, dolor.
Crearnos ilusiones significa crearnos dolor, darle importancia a ese dolor, significa aumentarlo de forma inimaginable. ¿Por qué duele tropezar? ¿Por qué duele ver tus sueños echos anicos? Si total, sólo es eso, un tropiezo, un sueño roto... Quedan otros miles. Nos centramos en quejarnos, en llorar por algo que pasa en un mismo instante, ¿por qué? ¿Por qué cuando lleguen los otros, estaremos seguros? Mentimos, una, otra, otra vez. ¿Por qué? Porque nos aferramos a la esperanza de que alguna de esas mentiras sean verdad, de que realmente sintamos eso.
De que no duele, de que no fue culpa nuestra, de que simplemente, fue culpa de alguien que no somos nosotros.
Porque somos valientes, somos fuertes, somos realistas, pero lo somos sólo para lo que queremos, porque nunca afrentamos el sufrimiento de frente, nos damos la vuelta y empezamos a lamentarnos, cómo si así se fuese el dolor, cómo si así, solucionasemos algo. Porque el ser humano es débil, es frágil, piensa, sí, pero es frágil. ¿De qué nos sirve poder pensar, comunicarnos, expresar lo que sentimos, si realmente, somos débiles?
Nos empeñamos en que realmente, podemos con todo. "No importa, yo puedo".
Nos forzamos, nos esforzamos, pero sobretodo, esperamos más de lo que nosotros mismos podemos dar en un momento determinado. Porque realmente, pensamos ser fuertes.
Aconsejamos a los demas, pensando que ellos piensan como nosotros. Damos motivos que nosotros creemos válidos, pero ellos no.
Nos intentamos poner en su piel, sin conseguirlo. Porque nunca sientes su dolor en tu propia piel.
¿Cómo saber cuánto duele? ¿Cómo saber cuántas lágrimas podrías derramar si estuvieses en su lugar? Es que simplemente, no lo sabes.
Te lo imaginas, es cierto, te imaginas como te sentirias, que pasaría, te imaginas todo y más, pero nunca llegas a comprenderlo. ¿Y qué es lo máximo que puedes hacer?
Estar ahí, apoyando.
La vida nunca ha sido fácil, nunca va a ser fácil.
Recorremos un trayecto desde que nacemos, buscando quién realmente somos, hasta que morimos. Se supone que en ese trayecto, debemos conseguir nuestras metas, debemos saber quién somos, qué queremos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, con una sóla condición, caer.
Porque vas a caer, y te levantarás, porque siempre te levantas, porque, claro, ¿para qué te vas a quedar parado? ¿Para seguir lamentándote? ¿Para enseñarles a los demás que eres débil?
Claro que levantas, te levantas para demostrarte más a ti, que a ellos, que realmente puedes continuar. Y de nuevo, te engañas.
Porque, vamos, dime, ¿de qué sirve levantarte, si a los diez minutos acabas en el suelo? ¿Verdad que pensamos eso?
Sirve para darnos cuenta de que podemos seguir, ¿sabes? Podemos caer, tropezar, y levantarnos, como todo el mundo, porque tenemos derecho a fallar ¿o no?
Decimos que "Sabemos todo y más", aunque sea una mentira, porque claro, podemos vivir de mentiras...
Y suena bien,
parece que nos hemos convencido...